Emprender es un camino pedregoso no apto para todos los zapatos.
Nacho Parra, fundador y CEO de la Startup Blue Planet Tales y Profesor en diferentes escuelas de negocios, desgrana en una serie de artículos los pasos y dificultades para crear una empresa innovadora de base digital. Y en su último artículo nos habla de la “Psicosis” del Emprendedor. Una montaña rusa de emociones positivas y negativas en las que muchos emprendedores se verán reflejados y un aviso y un impulso para aquellos que estén pensando lanzarse al ruedo.
Con dos enseñanzas muy sencillas:
1. Montar una Startup es un trabajo muy duro.
2. Montar una Startup es un trabajo maravilloso.
Un día tienes una idea que pretende cambiar, por ejemplo, la educación. Poco después tienes un puñado de gente que confía en ella y decide ayudarte. A los meses has creado una aplicación. Y de repente hay gente quiere invertir dinero en el proyecto. De la noche a la mañana pasas de ser un soñador a ser un empresario.
Este podría ser, a grandes rasgos, un buen resumen de lo que nos sucedió en Blue Planet Tales. A ritmo Startup, es decir, a toda leche. Casi sin poder darte cuenta de lo que está sucediendo, de lo que estás haciendo y de lo que estás consiguiendo. Pero si no sigues ese ritmo a esa velocidad te quedas por el camino. Las oportunidades son pocas y hay que aprovecharlas todas. Asumiendo lo que conlleva.
De estos hemos tenido muchos. Forman parte del día a día de una Startup. Vives en la cuerda floja. Y aprendes a normalizarlo. A convivir con ello.
Unas veces es porque la tecnología no alcanza lo que esperabas. Otras porque la tecnología no estará lista el día que debía estarlo. Otras porque la cuenta se acerca a los números rojos. Otras porque te cierran una puerta cuando ya tenías un pie dentro (y te deja algunos moratones). Otras por culpa del sistema. Otras porque has metido la pata y sabes que es culpa tuya. Otras porque los inversores se te caen en el último momento.
Otras porque firmas decenas de contratos que no sabes si podrán volverse en tu contra. Otras porque tus partners no consiguen los resultados que te habían prometido. Otras porque los cobros se retrasan. Otras porque los pagos se adelantan. Otras porque el Freelance en el que habías confiado… Otras porque aquella empresa que iba a lanzarte al estrellato está a punto de estrellarse. Otras porque la campaña en la que confiaste se diluye en la indiferencia. Otras porque crees haber perdido una oportunidad. Otras porque crees que el big player de tu sector va a hacer algo parecido a lo tuyo. Otras porque sabes que lo están intentando. Otras porque sabes que si reúnen el dinero y el talento lo van a conseguir. Otras porque no sabes cuánto aguantará tu psicología. Otras porque no sabes si necesitarás un psicólogo. Otras porque el psicólogo te dice que lo que te pasa no entra en sus competencias.
Sudores calientes.
Y sin embargo montar y dirigir una Startup es algo apasionante.
Porque aprendes todos los días. Porque haces algo que puede cambiar las cosas. Porque puedes mejorar la vida de algunas personas. Porque te ayuda a confiar en ti y en tu instinto. Porque te hace madurar. Porque te hace más fuerte. Porque descubres aptitudes que desconocías que tenías. Porque cada paso adelante es una pequeña victoria. Porque alaban tu trabajo. Porque critican tu trabajo y eso te ayuda a mejorar. Porque descubres que montar una empresa no es “tan” complicado y cada idea que tienes la consideras una oportunidad a futuro.
Porque conoces gente maravillosa. Porque conoces gente que valora lo que haces. Porque conoces gente con ganas de ayudar. Porque cada buena noticia es un chute de adrenalina. Porque cada nuevo inversor es un “padre de la vida”. Porque aprendes a relativizar. Porque aprendes qué es un problema y qué una circunstancia. Porque aprendes a confiar más en los que te rodean. Porque confirmas que la suerte es talento + esfuerzo x 2.
Una idea se acaba convirtiendo en una empresa.
Así, de esta manera. Con todas sus cosas buenas y todas sus cosas malas. No hay una receta. Es un camino. Y hay que recorrerlo. Pero siempre es importante saber lo conlleva ese camino. Porque es pedregoso y no está hecho para todos los zapatos. El resultado casi siempre es positivo aunque no alcances tus objetivos. Pero caminando el camino, y parafraseando a Churchill, derramarás mucha “sangre, sudor y lágrimas” hasta alcanzar la felicidad. Y recuerda, que no tenemos ni idea de lo que es la felicidad. Así que a por ello. Con cautela, esperanza y mucha, mucha ilusión.